Yo, como suelo hacer en esos casos, me giré para ver en qué angulo se encontraba el mariquita. A las 4:30 (o las 16:30 aprox.) se encontraba, se encontraba casi detrás de mi, a mi derecha. Al principio pensé en ignorarle, pero mi mente habilidosa caviló un plan para saldar ese infortunio de la forma más educada, digna y ecuánime posible (Lo de ecuánime no encaja, pero quería escribir la palabra). Para ello me valí de mi dispositivo digital móvil, pues una de sus funciones es marcar la hora exacta para poder así calcular cuando podía saludar a ese resquicio del pasado para después indicarle el motivo de la despedida: Ir a clase.
Pues bien, ese hombre era y es parte importante de la historia. Ese hombre, por circunstancias del suceso imprevisto coincidió conmigo en clases de bachillerato. Dicho hombre era quien, de una forma muy habilidosa por su parte y cual serpiente se acercó sigilosamente en mi vida y agarrándome como si de las garras de un águila se tratase me llevó a su mundo: El mundo que hay más allá de las puertas del armario.
La conversación fue sencilla a la par de previsible, la resumiré del siguiente modo:
- Hola
- Hola
- Qué tal todo
- Bien ¿Y tú?
- Bien.
- Te cuento mi vida a groso modo en unos treinta segundos.
- Interesante, amigos en común.
- XD ja ja ja, k ase.
La parte que viene ahora la pronuncié yo tal y como puede usted leerl - Nos saludamos, hablamos y me despido ¡Paz!
No creo que él lo sepa, pero aunque sea un pensamiento que a mi modo de ver, y lógicamente hablo desde el desconocimiento, no se merezca, tengo que tener en alta estima a ese hombre. Quizás si no se hubiera cruzado por mi vida yo ahora mismo estaría orando a un dios cristiano, predicando su palabra y haciendo la obra que encomendó a través de sus santas escrituras. O lo que es lo mismo, si no fuera por él yo no sabría cuanto me gustan las pollas.
Fin.
1 comentario:
JAJJAJAJAJJAJ la frase final es TOP
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