En el mundo en el que vivimos, o mejor dicho, en el que vivo yo, sales a la calle, levantas la vista para dejar de mirar la pantalla y miras al mundo que te rodea y te encuentras que todo el mundo es igual, es igual físicamente. Todos los hombres visten igual, todas las mujeres visten igual, son todos iguales
-¿Es esto verdad?
- ¡Depende!
- ¿De qué depende?
- De según dónde lo mires todo depende.
Quizás muchos ya lo sepan, pero debajo de la capital española hay una serie de ciudades pueblos cuyos habitantes se creen muy guays porque su ciudad pueblo tiene mogollón de habitantes. Pero se equivocan, viven en un pueblo, y aunque se empeñen en ir a una discoteca cara, a una cafetería cara o incluso gocen de la discoteca "Fabrik" siguen siendo unos palurdos, unos catetos, unos habitantes de un pueblo que hasta hace relativamente poco no tenía ni hospital donde parir. ¿Por qué digo esto? Por un pañuelo, por un puto pañuelo de algodón, poliéster o lo que sea. En Madrid, la capital, cuando voy con un pañuelo en la cabeza nadie me mira el pañuelo como si fuera a mutar convirtiéndose en un monstruo atroz violador de niños y activista de una asociación republicana. En cambio cuando voy por cualquier pueblo dormitorio doto el mundo (Bueno, todo el mundo no, de vez en cuando pasa algún ciego con su bastón dando golpes a las paredes y farolas) cuchichea, me mira, me señala e incluso se ríe, y siempre con el mismo patrón: Alguien se sorprende al verme, da un pequeño salto, interrumpe a la otra persona que está ablando, se acerca a su oído, se separa, me señala con un ademán con la cabeza, la otra persona se gira, hace como que no me ha visto y se da la vuelta rápidamente, se llevan las manos a la boca (Cada mano a la boca de su propietario y no al revés) y sonríen mientras hablan de lo perjudicial que es mi pañuelo para la sociedad y las retinas de los niños más influenciables.
Me encanta el pañuelo de T-Bo (O mejor conocido, "El negro de una de esas series que echan en no se qué canal).
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