12 diciembre 2013

Políticos, famosos y sus caras de villano.

Sé que no está bien atribuir una personalidad o una eficiencia laboral a un determinado aspecto, en este caso de la cara (Porque el mayor perjudicado soy yo), pero hoy voy a escribir lo que llevo pensando desde hace mucho.
Rajoy, por ejemplo, tiene un porte formal y serio, es decir, normal y corriente. Por mucho odio que le tengamos, su cara no expresa una puta mierda. Pero vamos a fijarnos por ejemplo en...

Montoro: Creo que este, nuestro señor ministro, es uno de los casos más claros que demuestra que los aspectos de los antagonistas en las películas y series infantiles tienen un propósito: Dar miedo.
Su espalda curvada hacia delante, sus codos normalmente flexionados para que sus manos se junten cerca de la cara, su risa amarilla acompañada de una mirada malévola que le roba cualquier oportunidad de ser una risa alegre, convirtiéndola en la más manipuladora de todo el registro español. Esas bolsas que se encuentran debajo de los ojos tapándolos y haciéndolos más tenebrosos, y por último esas orejas que eliminan toda la aerodinámica a la cabeza. Desde luego este hombre da mucho miedo solo con mirarle. Esto Montoro lo sabe, lo saben también la persona que le arregla y ha intentado disimular su aspecto malévolo con unas delicadas a la par de divertidas gafapastas negras y verde, un color de esperanza, naturaleza, vida... Una pena que no consigan camuflar su cara de venganza.

Pero este hombre no es el único que tiene cara de malvado, al igual que en cualquier película de mafiosos, hay muchos políticos con estos aspectos tan particulares con personalidades tan diferentes que harían estremecerse al mismísimo Tarantino ¿Algún ejemplo? Rubaalcaba, Bárcenas, Botella, Aznar... Solo hay que buscar un poco.

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