El retrete, es una palabra que dice poco, y pensamos en el como algo inferior a nosotros (imaginando que fuera una persona), y no es para menos, pues es allí donde van a parar nuestras heces, meados y miles de cosas asquerosas más, como esta, o esta, o esta...
Pero, ah amigo, un día nos toca limpiar aquel espantoso mueble. Y como no lo hacemos con cara de asco. Empezamos como de que no vamos a tardar mucho, metemos nuestra mano (a veces, y solo a veces, con guantes), y frotamos todas a cada una de las partes del retrete ¡Exacto!, por donde pasa la mierda. La tarea está resultando más dura de lo que parece, los segundos se nos hacen horas, y nos terminamos arrodillándonos, como en la escena que Jesús de Nazaret limpia los pies de sus discípulos, y por fin terminamos la dura tarea.
Una vez hemos acabado, nos levantamos y nos crujen espalda y rodillas... Ojalá sean las únicas partes de nuestro cuerpo que crujen, pues un retortijón recubre tus tripas, por inercia te bajas los pantalones, y una sonrisa recorre tu cuerpo al notar como baja a través del conducto (Al que muchos llaman "de solo salida"). Pero al terminar, o incluso antes, un sentimiento de terror envuelve tu persona. ¡A la mierda todo el trabajo!
Ya se han acabado los exámenes, a si que no tienes escusa para no leer la entrada.
1 comentario:
MENTIRAAAA a mi no se me han acabado los exámenes ):
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