Llamas al portal de tu amigo, te abre, y cuando entras al portal, una serpiente no, una boa constrictor se revuelve en tus intestinos, apunto de salir, pero, cierras fuertemente el ano hasta llegar a su casa. Como el amigo es de confianza, aríscamente le saludas, y con prisa te diriges a su aseo avisándole del marrón que se te viene en cima. ¡Por fin!, aquel monstruo atroz acaba de salir, ruidosamente de tu cuerpo, solo queda limpiar cualquier rastro del crimen y disfrutar de una tarde (o noche) de juerga. Mas cuando aun estás sentado, hallas la situación de que en donde debiera estar un rollo de papel higiénico, solo se encuentra el esqueleto de cartón. En tu casa, hubieras gritado ¡MAMÁ! Pero aquí, no está tu heroína para salvarte del sucio teme que alberga en tu trasero. Tienes vergüenza de decirle a tu colega que el papel se agotó, pues en la sociedad en la que vives, tienes que dar a entender que nunca en la vida cagaste ni cagarás. Como si de un caníbal te trataras, utilizas el esqueleto de lo que fue el rollo que tanto anhelas, haciendo de una capa gruesa dos o tres más finas. Casi acabas, te lavas las manos, te las secas y, y tras el retrete, en donde se encontraba tu espalda se halla el magnífico rollo, que por el hubieras matado. Te sientes como un auténtico subnormal, pero has salido del problema sano, salvo, y limpio.
Bueno, por último quisiera decir que voy a trabajar un blog nuevo, más serio ( mi personalidad evita decir más maduro) ya escribiré en el. GRACIAS.
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