Cuando el niño (barra niña) está en preescolar, está deseando de que llegue algún día de su progenitor para hacerle un puto papel con macarrones. En esa ocasión, se puede ver la cara del progenitor, y es muy divertida verla, porque solo le faltan las letras para parecerse a esta:
Lo bueno de esta etapa infantil, es que al niño le le crea trauma ninguno, pues para cando lo vea en el vertedero, se habrá olvidado de que lo hizo.
Pero el niño se va haciendo mayor, se olvida del biberón, de los pañales y de toda esa mierda (y nunca mejor dicho), y entra en primaria. El hacerse mayor conlleva con sigo una exigencia de una paga semanal, que se gastará en chuches o en cualquier gilipollez. Una semana al año invierte parte de la paga en el puto regalo de sus padres ¿Y qué coño le compra? Un puto fular o una corbata del chino, al menos no es un trabajo manual:
Pero otra etapa entra en su vida, la de la E.S.O. Ya salió de la droga del chupete, y empieza a entrar en la de la maría, el tabaco, el alcohol, o mucho peor aún, las pajas. Al menos ya sabe ahorrar, no solo para recargar el móvil, o comprarse un CD del grupo de moda, sino también para el regalo antes mencionado. Esta vez el padre si que se alegra de tener hijo (La alegría suele durar escasamente una semana). De seguro que le regala una colonia, o algo similar ¿Para qué complicarse la vida?
Pero el regalo de cuando son adultos los hijos, cuando no necesitan irse de putas porque tienen novia, para cuando viven en un piso en una ciudad alejada de sus padres... Ese si que es un buen regalo:
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